20060523

keep it simple

1

Truffaut decía que había que imitar a Hitchcock porque se trataba de un caso excepcional de cineasta que gustaba a todo el mundo. La obra del maestro inglés interesaba a la critica, atraía al público y era admirada también por otros directores de cine.
En realidad, la critica, en especial la critica norteamericana, tardó un tiempo en reconocer el talento de Hitchcock. En Estados Unidos fue tomado recién unánimemente en serio a partir de Psicosis (1960) y antes de eso con suerte solo lograba ser calificado con esa despectiva categoría que suelen utilizar los críticos cuando les cuesta reconocer el genio de un director comercial: artesano. En Francia fueron los críticos (y luego directores) de Cahiers du Cinema los pioneros en tratar de manera seria y analítica el trabajo de Hitchcock reconociéndolo como la obra de un genuino autor cinematográfico
A partir de ese momento la rica obra de Hitchcock es objeto de un estudio permanente e ininterrumpido que ha sido extremadamente útil para profundizar en problemas y cuestiones estéticas propias del cine. También se puede decir ha ayudado a llevar a la critica cinematográfica a otro nivel cine[1] e incluso para servir de eje ilustrativo de conceptos e ideas que trascienden el mero arte cinematográfico (sino observen como Zizek lo ha utilizado para explicar conceptos lacanianos).
El público era el objetivo central del cine Hitchcock. Se puede decir que el cineasta concebía al cine como una experiencia compartida entre el autor y su publico (que es en realidad como debería concebirse cualquier experiencia artística, especialmente si es del tipo narrativo). Todas las decisiones que tomaba en el proceso de elaboración de sus filmes las hacia en función de las posibles futuras reacciones de la audiencia, con el propósito mantenerla absolutamente cautiva durante cada segundo de la película. El público era lo realmente importante, al punto que Hitchcock medía el éxito artístico de sus filmes de acuerdo a si habían sido o no éxitos de taquilla. No importaba para él que la critica posteriormente no haya parado de reivindicar a Vertigo (1958). Habían habido errores ya que la película no había sido un éxito[2]. No existía otro criterio para él. Si la película gustaba y llevaba gente al cine era buena. Si no, era mala. La figura del "genio incomprendido" no existe según estos parámetros. Mientras algunos directores optan jugar ese papel cuando sus filmes fracasan en la taquilla, Hitchcock prefería ver en que se había equivocado él. Por suerte Hitchcock fue un cineasta exitoso y logro acaparar la atención del público con mucha frecuencia.
Además de su exitosa carrera como cineasta comercial y de tener una admiración casi unánime de la critica (es mucho más fácil en ese campo encontrar detractores de Fellini, Buñuel o Bergman que del gordo) no hay que olvidar la profunda admiración que otros directores de cine siempre han profesado por su obra. Admiración y reconocimiento que ha dado por resultado una especie escuela de “imitadores” (Di Palma, Chabrol, Spielberg, Badham, Carpenter, Amenabar, Night Shyamalan, etc) que han aprovechado al máximo los descubrimientos, técnicas y reglas que pueden desprenderse de la obra de Hitchcock. Hallazgos que siguen siendo tan vigentes hoy como es su momento.
De hecho, los principios generales y reglas en que se basaba el cine de Hitchcock no solo siguen funcionando para hacer un buen thriller sino que también, ampliando un poco mas la mirada, pueden funcionar para hacer cualquier clase de película (incluso peliculas experimentales)- y porque no, pueden funcionar para la construcción de cualquier obra de arte que tenga que ver con la narrativa, independientemente de su soporte.
Es que muchas de las reglas de Hitchcock parecen concretas y claras, pero en realidad tienen un cierto grado de abstracción que hacen que puedan aplicarse fuera del contexto de reglas de género para las que fueron concebidas. Abstracción que también hace que sean reglas que en realidad no resuelven nada por sí mismas: “El cuadro debe estar lleno de emoción”, “Rellenar la tapicería”, “Eliminar los baches dramáticos y manchas de aburrimiento”, “Hacer de toda la película un momento privilegiado”, “Agarrarse de la curva ascendente y concebir la historia como una dirección”, etc, etc. Todas estas reglas no resuelven problemas concretos ni dan soluciones prefabricadas: uno debe siempre valerse de su propio ingenio y creatividad para poder utilizarlas. De hecho los “meros imitadores” nombrados anteriormente son autores cinematográficos por mérito propio y han logrando construir con su obra universos únicos y personales.
En definitiva, todo el mundo ama a Hitchcock. ¿Pero como logró esa unanimidad tan preciada como poco frecuente?. Quizás parte de las razones de ello se puedan explicar observando la particular cualidad de convivencia que hay que su obra, que logra que esta sea tan rica y valiosa a varios niveles. No voy a entrar en detalles de las próximas afirmaciones, pero citemos otra vez a Truffaut que decía que la obra de Hitchcock era “universal como Ben Hur de William Wyler y confidencial con Fireworks de Kenneth Angers” o Zizek que a la hora de tratar clasificar la obra del director dentro de la triada de “realismo-modernismo-posdernismo” llegaba a la conclusión de que “en cierto sentido, es las tres cosas al mismo tiempo”. Es decir, Hitchcock era un cineasta al mismo tiempo comercial y experimental y su obra es al mismo tiempo clásica, moderna y posmoderna.
Nadie puede negar a Hitchock en su carácter de cineasta experimental. No se pueden negar los aportes que le hizo al cine y como fue uno de los más novedosos, arriesgados y creativos cineastas que hayan existido. Hitchcock parecía plantearse cada nueva película para resolver un problema nuevo: ¿Cómo hacer un thriller que se desarrolle solo en un bote? (Náufragos). ¿Cómo hacer una película de una sola toma? (La Soga) ¿Cómo lograr sostener una película donde la estrella se muere al principio? (Psicosis).
Es decir, el mérito de Hitchcock no solo esta en sus innovaciones y su riesgo artístico, sino que también en el hecho de que lo hizo todo eso en un marco de cine comercial, de frente al público, como una experiencia compartida.

2

Abba tiene una cualidad poco común que es la de gustarle a todo el mundo.

Ok, mentira. No eran un grupo adorado por la critica y tenían muchisimos detractores. Convengamos también que la música pop carece de una algo parecido a una critica seria y la critica de especifica de rock (que convengamos también que casi no existe, ni existió nunca) tenia que obviamente combatir las bandas del tipo de Abba, aunque cabe recordar que en este campo tenia algún que otro defensor celebre.
Pero de Abba si se puede decir logró gustarle a un enorme conjunto de personas. No solo me refiero solo a esos números tan elocuentes que hablan por si solos como los seis conciertos consecutivos sold out en Wembley en 1979 o que son la mayor exportación comercial de su país (seguidos por Volvo). No solo me refiero solo a la enorme cantidad de personas, sino que me refiero también a una enorme variedad personas. Abba tocaban para celebraciones de distintas familias reales europeas (obviamente haciendo Dancing Queen), o tocaban en conciertos para la Unicef, pero su música sonaba también (sin ironía y por pura admiración ) en los conciertos de Throbbing Gristle y eran el único gusto común que tenían los no-mas-posiblemente-opuestos bajistas de los Sex Pistols, Glen Matlock y Sid Vicius. Monarquía y contracultura unidos; con Abba vale eso de que la música une a la gente y reconcilia enemigos.

(Creo que es un buen momento para aclarar que este texto no tiene ni conclusión, ni moraleja, ni nada por el estilo)

Seria un disparate mayúsculo poner a Abba y a Hitchcock como equivalentes. Quizás haya candidatos a ser el equivalente a Hitchcock en el mundo de la música pop o en el mundo del rock, pero creo que en realidad este no existe. Si existiese, debería ser al mismo tiempo Abba y The Velvet Underground.
De hecho parece no haber nada mas opuesto a la idea de vanguardia que Abba. Abba era música pop y la música pop es el último lugar a donde terminan desembocando los hallazgos de las vanguardias. Además que cuando llegan al pop, estos hallazgos ya no tienen nada de vanguardia.
Por ejemplo: el camino degenerativo que lleva desde The Clash a Green Day esta regido por una domesticación y desnaturalización progresiva de los elementos peligrosos e innovadores del original, convirtiendo al resultado final en una perfecta parodia del original, totalmente contraria al espíritu inicial. (Hagamos el esfuerzo en considerar a The Clash como algo de vanguardia para que se entienda la idea)
Pero Abba trabajaba con esas degeneraciones finales. En Abba convergían degeneraciones absolutas de cualquier cosa que haya estado de moda recientemente: folk jipoide, glam rock, música disco, rock progresivo, etc. Todo en su ultimo eslabón de deterioramiento. Pero curiosamente, y he aquí la magia de la banda, al llegar a Abba todo eso se transformaba en algo hermoso.
Por mas que trabajaban con basura, si uno escucha un disco de Abba puede darse cuenta de que los tipos dieron con algo y que hicieron un hallazgo notable. De que tienen las reglas secretas de algún misterio y descubrieron la llave maestra para generar hits que no solo eran pegadizos, sino que también eternos y universales. ¿Cuál es el secreto?. ¿Existe ese secreto?. ¿Hay reglas?.

3

Cuando se repasan los puntos altos de la carrera de Clint Eastwood como director se suele olvidar la grandiosa Cazador Blanco, Corazon Negro (White Hunter, Black Heart, 1990), una película tan espléndida y completa como Unforgiven , Midnight in the Garden of Good and Evil, Bird u otros grandes títulos de esta institución viviente del cine.
Basada en la novela de mismo nombre de Peter Viertel la historia esta libremente inspirada en los rumores sobre la actitud del director John Houston los días previos al rodaje de The African Queen (1951) con el propio Eastwood interpretando a Houston (“John Wilson” en el filme) que al parecer estaba mas entusiasmado con la posibilidad de ponerse a prueba como hombre en la vida salvaje africana que filmar en una película. Obsesionado con la posibilidad de ir de safari, Wilson parece no poder pensar en otra mas que en matar un elefante y parece que no va a estar satisfecho hasta que lo haga. Esa obstinación inquieta a los representantes de los estudios de Hollywood y al equipo de trabajo que ven como esa actitud pone en peligro la producción y todo el dinero puesto en ella. Ese conflicto entre los deseos individuales de Wilson de querer la vida al máximo que chocan con sus obligaciones profesionales como director de cine son el eje central de la narración.
Una subtrama ligada al tema central se desarrolla en la relación que mantiene con Pete (John Fahey) un joven guionista encargado de dar los últimos retoques al guión para mejorar su versión definitiva.
Hay una escena que puede pasar algo desapercibida a primera vista pero es una escena clave en donde Wilson y Pete discuten sobre el guión de la película. Esta escena es una pequeña joya metacinematografica y un pequeña lección sobre cine donde Eastwood parece estar poniendo sus propias creencias en labios de su personaje. El dialogo es al mismo tiempo un dialogo entre dos generaciones de artistas y, porque no, entre cine clásico y cine moderno:

(Pete le termina de leer a John la última versión del guión)

Pete -¿Y bien John?. ¿Qué te parece?.
John -No esta mal Pete, pero estas tratando de complicar la historia. Las cosas son siempre mejores si se las deja simples.
Pete –No siempre
John –Siempre. Es la base del arte realmente importante: la simplicidad.
Pete –John, no hay reglas en el arte.
John –Hay cientos de reglas. Hemingway lo entendió, es por eso que redujo la vida a sus términos mas simples: valor, miedo, impotencia, muerte. La vida de la gente simplemente se da, las cosas les pasan unas tras otra. Nunca se enredan con absurdas subtramas que a nosotros nos han hecho sudar la gota gorda. Stendhal lo entendió, Flaubert, Tolstoy, Melville. La simplicidad es lo que los hizo grandes. Pete, no lo compliques más. Solo vas a perder el tiempo.
Pete -¿Estoy perdiendo el tiempo tratando de mejorar el guión?. ¿No es eso por lo que estoy aquí?. ¡A mi me parece que el guión es muy bueno!.
John –Quiero que lo termines para que nos vayamos de safari.
Pete -¿Safari?. Yo pensé que primero íbamos a filmar.
John –Si esperamos tanto no vamos a ir nunca. Terminamos el guión y salimos de Safari. Después de echarnos al elefante nos echamos la película.

[1] Previamente a la clásica entrevista-libro El Cine según Hitchcock de Truffaut, Claude Chabrol y Eric Rohmer escribieron un, menos conocido, libro sobre la obra Hitchcock. Estas declaraciones de Chabrol el una entrevista posterior (ya era un cineasta con media docena de filmes encima) dan cuenta de que la obra de inglés, de la misma manera que llevo al género del suspense a otro nivel, también sirvió para llevar a la critica a otro nivel: “De alguna forma, era un ensayo de delirio organizado. Éramos muy conscientes de que estábamos sobrepasando la simple critica, el simple estudio de un autor, pero resultaba interesante saber hasta que punto era posible reconducir ciertos razonamientos, incluso hasta llevándolos al absurdo, a partir de elementos reales (..) pienso que siempre es divertido intentar escribir un libro cuyo método sea más importante que el tema. Pues lo más divertido e interesante resultaba ser el método de análisis. El tema de Hitchcock también, evidentemente, y el método sólo era posible con ese tema ya que ofrecía una enorme cantidad de posibilidades de delirio interpretativo. Hay tipo que dijo –era un critico de provincias, su frase era extraordinaria pero no sacaba de ella todas su consecuencias-, que Hitchcock era muy molesto, pues daba la impresión de ser una cacerola rellena de nada, rellena de vacío. Es algo impensable y, a pesar de todo, es verdad. En este sentido, Hitchcock es la más española de las posadas. Cosa de la que, por otro lado, él es muy consciente. Ahora bien, el resultado de que, a partir de esas formas, nosotros sacáramos conclusiones metáfisicas es claramente falso. Al mismo tiempo, nosotros teníamos razón en hacerlo, y seguimos teniendo derecho, pero... Es difícil de explicar. En fin, quiero decir que, en su caso, el punto de vista formal es obligatoriamente el más importante. Porque Hitchcock no es un formalista, es un cineasta formal”.
[2] Pese a que hay un reconocimiento unánime de cualquier amante del cine hacia con Vertigo y suele ser considerada por no poca gente como su película favorita de todos los tiempos, en su momento paso si pena ni gloria, sin ser ni un éxito ni un fracaso. Simplemente cubrió los gastos.